Joan Clós i Matheu

Clos da vía librea la eólica y apuesta por el carbón como energía de futuro

Industria considera que el secuestro de CO2 en la producción con carbón dará independencia energética y permitirá estabilizar los precios de la energía

Energías renovables y carbón, dos conceptos energéticos aparentemente antagónicos, son según el ministro de Industria, Joan Clos, las energías del futuro. Un futuro para el que la Unión Europea ya está barajando unos nuevos objetivos energéticos, basados en que las renovables aporten en 2020 el 20 por ciento de la energía, los biocarburantes supongan el 10 por ciento del consumo de combustibles y se reduzcan en un 20 por ciento las emisiones de dióxido de carbono. Así lo defendió el ministro de Industria, Turismo y comercio durante su intervención en el Foro Joly, patrocinado por la Asociación de Industrias Químicas y Básicas y celebrado en esta ocasión en el salón de chimeneas de la onubense Casa Colón en el Día de la Industria.

Ante el público allí congregado, Joan Clos dio carta blanca a la energía eólica frente a las disquisiciones sobre la insuficiente capacidad de evacuación de energía para todos los parques eólicos. El ministro animó a los empresarios a ejecutar toda la capacidad asignada (aunque ésta es superior a lo contemplado en la planificación energética nacional), afirmando además que “seguro que saldrán nuevas iniciativas empresariales para hacer más parques” puesto que este tipo de energía “va muy bien”, camino de poder competir sin subvenciones en el momento en el que se incremente el precio del petróleo y de la electricidad. Con esas declaraciones daba esperanza a los empresarios eólicos que dudaban sobre la posibilidad de implantar todas las instalaciones previstas después de que su predecesor señalase que sería imposible. Eso sí, del polémico decreto de retribución de las energías renovables no pronunció palabra. El Ministerio de Industria hace una auténtica apuesta por la energía eólica y en general por las renovables en España y así lo destacó Clos, quien consideró que la energía eólica, la solar térmica y la biomasa serán las próximas en ser competitivas en un contexto de ascenso del precio del petróleo y de una mayor demanda de energía
sobre todo por parte de los países asiáticos. Y a continuación de las energías renovables se situaría el carbón como materia prima gracias a la aplicación de la tecnología de secuestro de dióxido de carbono que acabaría con el principal inconveniente de las centrales térmicas: las emisiones de gases de efecto invernadero.

Por contra, el ministro destacó entre sus ventajas el hecho de que “tenemos carbón para ser independientes
durante bastantes decenios” y un coste de generación situado en diez céntimos por kilovatio. Mucho menor que el coste de la energía nuclear de tercera o cuarta generación, la que se desarrollará en un futuro y sobre la que el ministro afirma que aún siendo más segura que la actual, será desechada por su coste. Sobre la tecnología existente ni hablar, puesto que “no es aceptable para muchos países”, aunque la UE está impulsando su regeneración ante la más que probable escasez de petróleo que se avecina. Entre las ventajas del nuevo carbón hay otra: esta tecnología tendría efectos estabilizadores del precio de la energía
“durante décadas”. Un precio que en el caso de España es bastante asequible para la industria, siendo uno de los países “con la electricidad industrial más barata” según Clos. Aunque ese régimen de menor coste de la energía para las empresas españolas no puede mantenerse durante mucho tiempo según el ministro, quien
aprovechó la presencia de representantes del sector en el Foro para advertir que “no podemos sostener
indefinidamente una energía artificialmente más barata para mantener la competitividad”, sino que es necesario mejorar ésta en el sector industrial siempre con un menor consumo de energía.

Competitividad fue una de las palabras más repetidas por el ministro de Industria durante su exposición ante representantes no sólo del sector industrial, sino también del comercio, el turismo, la universidad, los sindicatos y otros sectores sociales de la ciudad. En un momento en el que se está produciendo una profunda transformación en el sector, que llevará a la desaparición de la industria pesada actual con grandes consumos energéticos (que hay que aprovechar en lo que aún le resta, puntualizó Clos), el ministro reivindicó la puesta en marcha de un plan de competitividad futura de la industria española. Un plan que debería ser puesto en marcha por las propias empresas frente a una cultura “antigua” basada en el intervencionismo del Estado. De hecho, según el ministro, son dos los factores que provocan que España tenga un comportamiento diferencial positivo: la capacidad de negociación entre sindicatos y empresas y esa descentralización que “ha despertado una gran cantidad de energías que debían de estar ocultas”.
Una receta que deberá seguir funcionando para conseguir un mayor peso de la industria -“una de nuestras fortalezas” según Joan Clos- en la economía española, puesto que ese peso aú n no es relevante en términos europeos pese al progreso de la economía por encima de la media de la Unión Europea.

El Ministerio propone invertir hasta un 3% del PIB en investigación

Un mayor gasto en infraestructuras, más inversión en investigación y desarrollo, una formación continua y la internacionalización. Esos son los grandes retos paralelos a la reducción del consumo energético y mejora medioambiental a los que se enfrenta el sector industrial español según el ministro del ramo, Joan Clos. Unos
retos que pasan por innovar y buscar un valor añadido en “la excelencia”. Y para ello es imprescindible la investigación, a la cual se dedicó el pasado año el 1,6 por ciento del Producto Interior Bruto, una cifra aún inferior al 2 por ciento que es el objetivo a lograr en 2010. Más de 20.000 millones de euros de inversión
en I+D para esa fecha que no obstante deben seguir aumentando según Clos hasta llegar incluso al 3 por ciento “para situarnos en los primeros puestos de la Unión Europea”. Este incremento debe basarse no sólo en un aumento del presupuesto, sino “en un importante cambio dementalidad en las empresas, universidades, de nuestra cultura científico-técnica”.

Esa misma implicación del sector privado es el que se pide para incrementar la formación de los
trabajadores como “uno de los activos más importantes para la competitividad”, la palabra mágica de Clos en su discurso de ayer, durante el que advirtió que incluso existen empresas que han regresado tras una deslocalización al no encontrar a trabajadores cualificados como un motivo más para invertir en la formación profesional. Pero no hay competitividad sin infraestructuras, y así lo concedió el ministro. Clos aseguró que el gasto público español en infraestructuras está por encima de la media europea, pero reconociendo que es algo imprescindible para ser competitivos con la potenciación de nuevas formas de transporte con menor emisión de gases. Dentro de ellas se encuentran los aeropuertos, sobre los que el ministro también se pronunció ayer al considerarlos “las infraestructuras del siglo XXI” y asegurar que para una economía competitiva “cuantos más aeropuertos mejor”. Y son los pequeños, como el que se está planteando para Huelva, los que tienen más posibilidades de prosperar según Clos, quien aseguró no conocer el proyecto.

Y para acabar otro reto, el de la internacionalización. La salida a los mercados externos se hace necesaria
ante el agotamiento del interior y “aquí la industria española ha sabido reaccionar” a juicio de Clos ante dos grandes embates: la entrada al mercado común y la globalización. Y ello a pesar de las dificultades que provoca que en el tejido empresarial “nos faltan unas cuantas grandes empresas”, frente a una red de pymes y microempresas con ventajas como la especialización pero dificultades a la hora de acceder a los mercados internacionales. Ante eso, una receta: la agrupación de las empresas para acceder a los fondos que existen.