Manuel Monteiro de Castro

El nuncio pide respeto para los derechos de la Iglesia católica

Manuel Monteiro de Castro, nuncio apostólico en España, fue el invitado de una nueva edición del Foro Joly, celebrada ayer con el patrocinio de la Fundación CajaSur. La disertación de monseñor Monteiro y el enfoque de sus respuestas a las preguntas de un público interesado en el posicionamiento de la Iglesia católica ante
asuntos de actualidad, evidenciaron la experiencia del peso de los siglos proverbialmente atribuida a la diplomacia vaticana. Levedad en las formas y fineza en el análisis podrían definir el estilo de este diplomático portugués, que ha trabajado en misiones desarrolladas al servicio de Roma en más de 30 países.

Al ser preguntado por su opinión ante el caso de la niña marroquí de Gerona a la que su colegio impidió en un principio ir a clase con el velo musulmán, Monteiro de Castro explicó que es una seña de identidad del
catolicismo “el respeto por todas las religiones”. Trayendo a colación un adagio latino de las Decretales
–colección de textos jurídicos históricos que fundamentan una parte del Derecho eclesiástico–, recordó que “las cosas santas deben ser tratadas santamente”. Para el nuncio del Vaticano en España, “no hay inconveniente en que cada cual se muestre tal como es, amenos que el colegio en cuestión prevea en sus estatutos que se ha de vestir de una determinada manera”. Monteiro recordó la voluntad de respeto de la Iglesia católica hacia los derechos de todas las religiones y apostilló que “a nosotros, los católicos, también
nos gusta que nos respeten los demás, algo que a veces se olvida”.

El nuncio fue introducido ante el público asistente a este evento desarrollado bajo el patrocinio de CajaSur por Manuel Guerrero Pemán, quien destacó la profunda formación intelectual de este diplomático, nacido en Santa Eufemia (Portugal) en 1936, con cuatro décadas de experiencia como miembro del cuerpo diplomático
vaticano. La presentación del nuncio corrió a cargo de Fray Carlos Amigo Vallejo, cardenal de Sevilla, quien recordó, en sintonía con el discurso de Monteiro, que la finalidad de la diplomacia en la Iglesia es “el sustento de la paz”.

El nuncio hizo un repaso conceptual al trabajo diplomático desde la perspectiva de la Iglesia Católica, estableciendo su espeficidad en una apelación a lo trascendente: “Es verdad que el fundamento de los derechos humanos es el hombre, pero la Iglesia dice algo más. El fundamento está en el hombre, pero en el hombre creado a imagen y semejanza de Dios”. Según Monteiro, sin esa perspectiva no se entiende el “enorme potencial” de la Iglesia en el ámbito de las relaciones internacionales. Así, el nuncio recordó la conocida anécdota acaecida en la cumbre de Yalta de 1944, con la participación de Roosevelt, Stalin y Churchill, para la división en dos bloques de las áreas de influencia soviética y occidental. Monteiro explicó
que Churchill dijo a Stalin que era necesario tener en cuenta lo que pensase el Vaticano. Al preguntar el líder soviético que cuántas divisiones tenía el Papa, el premier británico respondió: “Miriadas”. Monteiro recordó, en este sentido, la reunión que mantuvieron en 1989 Bush padre y Gorbachov para redefinir el escenario
internacional. “Ambos fueron recibidos antes, por separado, por Juan Pablo II: querían saber qué pensaba el Vaticano”. “Es verdad –reiteró el nuncio– que el Vaticano no tiene divisiones militares, pero posee un enorme, muy enorme, potencial de paz”.